viernes, 24 de junio de 2016

CONCURSOS DE MAGIA

Los concursos siempre han sido tema de controversia en el ámbito de la comunidad mágica. No obstante y bajo el paradigma de que en el arte no debe haber competición, considero que no hay afirmación tan acertada como esta última. Con quien hay que competir cada día es con uno mismo. Hasta aquí todo se ha dicho anteriormente en foros de opinión y en opiniones personales de diferentes artistas contemporáneos que le dan a este factor una preferencia muy objetiva después de años de profesionalidad en su ámbito artístico.

Con respecto a los concursos de magia, lo que prima por encima de todo o lo que se podría llamar EXCELENCIA EN UNA ACTUACIÓN, son las condiciones en que se trabaja en ese determinado momento cuando compites. Estas no son siempre las mismas y en muchas ocasiones las idóneas, tanto para el público que lo ve como para el actuante. Por tanto, estamos ante un entorno de subjetividad, ya que la objetividad permanece en el exilio.

He sido jurado en varias ocasiones en competiciones de magia a nivel nacional y siempre lo he hecho por servir a la comunidad mágica con los pocos o muchos conocimientos que pueda tener sobre nuestro arte. Así mismo, considero que si bien puedo entender algo de cartomagia y micromagia, no soy apto ni estoy cualificado para juzgar a alguien en la especialidad de mentalismo, por decir una de ellas. Al margen de que considero que debería haber dos jurados, uno para cerca y otro para escena, la capacidad para juzgar debería depender, única y exclusivamente, de uno mismo y de las apreciaciones del público.

Solo el hecho de competir entre compañeros, ya me parece una involución si queremos considerar y engrandecer, a la par que enaltecer nuestras disciplina y filosofía en la magia. Precisamente por esta razón, nuestro aparente premio en dichos concursos también es subjetivo, puesto que depende del criterio de unos pocos que están condicionados por sus propias preferencias ante diferentes especialidades. Ya no quiero entrar en valoraciones personales y en actitudes inequívocamente partidarias y preferencias personales en el estilo de quien hace magia en ese momento.

Concluyo este artículo remitiéndome a los clásicos de otras disciplinas artísticas como la pintura, escultura, teatro, cine, danza, ..., que sencillamente buscan el éxito ante su público sea cual sea su filosofía y manera de enfocar un determinado tema.

Sinceramente,

Francisco-Amílcar Riega i Bello