miércoles, 21 de septiembre de 2016

AMADO Y APRECIADO POR FANS DE TODO EL MUNDO

John Calvert, como Milbourne Christopher, decidieron hacerse magos para seguir los pasos de Howard Thurston. John Calvert lo vio por primera vez en escena a la edad de 8 años. Thurston siempre estaba sumamente gracioso y encantado de que los jóvenes le vinieran a ver al camerino al final de cada actuación.

Naturalmente, los niños le adoraban. El mismo John Calvert, empezó actuando como un ilusionista y artista de magia de cerca en los teatros de vaudeville y clubs nocturnos a la temprana edad de 20 años. En los años 40, él participó en varios números de películas de cine. Mezclaba las apariciones personales con las películas en su carrera en New York.

Hoy, más de 50 años después, permanece tan alto y accesible a los 94 años y mantiene una agenda muy apretada en América que desbordaría y cansaría a cualquier hombre que tuviera la mitad de su edad.

Muestra ilusiones clásicas y la participación del público en sus juegos es el momento culminante de su programa en escena. Es un duro trabajo presentar este tipo de espectáculo. Todavía, Calvert y su asistente (su cándida esposa Tammy) actúan tan claramente que podrías pensar que ellos tienen una gran preparación detrás del escenario como si fueran Siegfried & Roy, que tenían mucho personal entre bastidores para darles todos los accesorios y la preparación esencial para producir correctamente un programa.

Los Calvert, eran la atracción principal en las convenciones de magia y el público era muy afortunado de compartir su presencia. Ellos conseguían, invariablemente, muchos aplausos e incluso algunas ovaciones de pie y siempre estaban rodeados de fans entusiastas cuando dejaban el teatro.

Yo personalmente, tuve la oportunidad de conocer a John Calvert en la celebración del Centenario de The Magic Circle en 2005 en la ciudad de Londres, cuando John Calvert tenía 93 años. Y lo que más me sorprendió fue su terrible energía, sentido del humor e ilusión por la vida en sí misma.

Más tarde, le vi hacer su acto de escena para un teatro de 3000 personas, e incluso aún conociendo los métodos que utilizaba para diversos juegos de su repertorio, sentí como una atracción hacia su persona que provocaba que me despreocupase de como hacia el truco o qué método utilizaba. Era lo que conocemos o llamamos SUPRESIÓN DE LA INCREDULIDAD. Resultó ser una experiencia extraordinaria que me enriqueció mucho como persona y como mago, igual que a todos los que estábamos allí del grupo que viajábamos desde Barcelona.

Viendo los hechos con la perspectiva del tiempo y aunque algunos digan que nos ha dejado, yo creo que sencillamente ha desaparecido. Hablamos a menudo con Tammy, su viuda, y coincidimos reiteradamente en esta última cuestión.

"Los magos de verdad, nunca mueren. Sencillamente, desaparecen"

Hasta el próximo mes.

Francesc-Amílcar Riega i Bello