viernes, 21 de octubre de 2016

MAGOS ESPECULADORES, PROFESIONALES Y COMISIONISTAS

Durante los 35 años en los cuales me he dedicado de manera profesional o semi-profesional al mundo de la magia, me he encontrado con diferentes planteamientos a la hora de negociar el cachet delante del cliente. Me ha sorprendido muchísimo que en ocasiones otros magos utilicen sus propios criterios y deduzco que puede haber sido en función de las necesidades imperiosas de ganar dinero a corto plazo, o al hecho de plantearse una trayectoria profesional a largo plazo.

Cuando empezaba y tenía el primer contacto con el cliente, siempre intentaba sonsacar datos para ver cual era su poder adquisitivo. De esta manera, podía obtener el mayor beneficio al hacer mi actuación. Podría relatar muchísimas ideas escritas (incluso en libros de magia) que dan todos los pormenores de que tipo de mago o en que perfil encajas debidamente. Sin duda alguna y sin tener conciencia de mi manera de valorarme, estaba incurriendo en un fenómeno que podría muy bien definirse como el de la ESPECULACIÓN.

Más tarde cuando empecé a impartir clases en una conocida tienda de magia, me di cuenta de que debía usar un  mismo criterio ante todos mis clientes y decidí aplicar también esta manera de pensar a mis actuaciones profesionales. La respuesta se podría definir en que cuando un cliente te pide precio por una actuación, no le digas: "LE VOY A COBRAR TANTO", sino sencillamente: "LO QUE USTED ME PIDE VALE TANTO". La diferencia es notoria como habréis podido observar en el significado de ambas frases. En la primera se podría dar la idea al cliente de que estás especulando y en la segunda le estás diciendo que eres un profesional. Si hay un intermediario o agente artístico que interviene por ti, evidentemente le tienes que dar un tanto por ciento a convenir de manera previa. De manera que si ese representante cobra más por ti de lo que tu estableces como tu tarifa, el que está especulando contigo en este caso es el agente artístico. En este supuesto, tu tienes toda tu credibilidad personal y PROFESIONAL que te mereces y estás fuera de toda responsabilidad en cuanto a la buena imagen que puedas proyectar con respecto a ti mismo ante tus clientes. Solo así se llega a establecer un vínculo entre artista y mercado en el que tu decides tu precio y en función del éxito en tus actuaciones, demanda de las mismas y calidad en general cuando debes subir ese cachet.

Si algún día hubiera tenido el éxito y la popularidad de los grandes magos, hubiera asumido el riesgo de ser comisionista, que a mi entender significa asumir unos gastos fijos de plantilla, desplazamientos y material (solo por nombrar algunos gastos fijos), ya que dada mi posible popularidad hubiera podido compensar con las ganancias que supone la asistencia del público al teatro donde estuviera trabajando y, en su caso, llenarlo en varias funciones. De todos es conocido que un negocio, cuanto más arriesgas más posibilidades hay de perder o de ganar y me refiero a términos pura y estrictamente económicos. No obstante, en cuanto a la imagen se refiere, no significa lo mismo estar trabajando en un teatro y anunciado a bombo y platillo por toda la ciudad que, sencillamente, actuar en una fiesta privada que no es un acto público y no genera popularidad en tu ámbito, curriculum y trayectoria artística. Esta última opción es la que yo considero la que tiene más valor personal y humano, por el riesgo que asumes como anteriormente he dicho y que califico entre paréntesis de COMISIONISTA. Admiro realmente a los artistas, en este caso magos, que pueden permitirse el lujo y ganar credibilidad profesional gestionando así su trayectoria artística.

Este artículo se podría ampliar lo suficiente como para hacer un pequeño libro sobre el tema. Probablemente, profundice en próximas entradas de este blog cuales son los aspectos y repercusiones de cada una de las modalidades que aquí menciono.


Francisco-Amílcar Riega i Bello