sábado, 21 de enero de 2017

EL ATENTO MIRAR DEL ESPECTADOR

("Ahí está vivo aún hermético en su poder enquistado en la tierra removida del presente".)

Tal y como entiendo yo la magia, o sea, en términos de movimiento surrealista en un retrato o semblanza de mi mismo. Pero por un pasadizo secreto vemos como, dando una valoración del surrealismo no se habla solo de la magia sino del mago en sí mismo.

Poniendo una  imagen muy simple, a través de una interpretación de un movimiento artístico, se utiliza este como telescopio para mirar al creador, y como fonendoscopio, para buscarse a sí mismo. Esta frase, que es verdaderamente un poema, entra dentro de nuestro arte la magia. Ese telescopio (y he empleado este instrumento porque pienso que los mundos interiores de nuestro otro yo son demasiado remotos, o así se nos aparecen, como las estrellas para el observador del firmamento), permiten ver lo inexplorado de tu interior. De forma que el mago traspasa el surrealismo para iluminar el proceso creativo de un juego, como si se injertara en este. Desde este injerto nos esclarece lo que siente, y lo que siente pasa al pensamiento tanto del mago como del espectador. Este es el punto de arranque del crear: se crea porque se ha visto.

Es como si el mago dijera, no del movimiento surrealista, insisto, sino de la seducción entre el mago y el público de una manera corpórea: "Vedlo, ahí está el conflicto."

En primer término tenemos una representación visual. El tejido del pensamiento todavía no se ha puesto en marcha; tampoco el mundo emotivo. Pero una vez visto, una vez visualizado, entra ya de forma arrolladora la afectividad y la mente. La visualización del mago ha movilizado complejas combinaciones de la vida interior de su ser, el fruto de esta combinación es la palabra y la presentación del juego.

Hay que estar vivo, emotivamente hablando. Y es un estar vivo muy peculiar, porque vibra dentro del sentimiento creador, sentimiento que adquiere entidad propia (aunque yo entiendo el mundo emotivo más como estructuras complejas, que como sentimientos aislados), el cual es la combinación de emociones y sensaciones, inseguridades y certezas, brumas y claridades. Al hablar de sí mismo, el mago ya no es injerto del propio juego, ha salido de él. En esta personificación del mundo surrealista, hay como una intención de interpretar una cosa, cuando se quiere interpretar otra, lo que puede ser una clave de la creación por medio de la actuación en sí misma.

Pero inmediatamente vuelve a su situación de injerto. Cuando se interpreta de manera hermética, ya está de nuevo dentro del pensamiento del mago. ¿Por qué hermético? ¿Por qué esos movimientos y no otros? La expresión en forma de poema visual le lleva al mago a la verdad, que es su verdad. El hermetismo implicaría, psicologicamente, una cierta congelación de lo afectivo (como si los movimientos en tránsito en un juego de una estructura emotiva a otra, que constituye el mundo emocional, se interrumpiera por un momento) y un estado de vacío de la mente. Ello nos lleva a una característica fundamental de la mente creativa: una curiosa y sorprendente frialdad de témpano (a niveles mentales), conviviendo, internamente, con una desbordante afectividad. Pero no hay disociación: la mente se moviliza gracias al caudal afectivo y este mecanismo es uno de los ángulos de la creación del juego de magia. Así pues, la emotividad mueve la mente pero luego parece dejarla sola, autónoma.

Es necesario en todo trabajo de introspección agolpar un conjunto de ideas, y después poner orden para que las piezas encajen y después de esto, retocar los pequeños detalles que es donde reside el verdadero arte en sí mismo.

"El arte está hecho de pequeños detalles, aunque los pequeños detalles no hacen el arte"