miércoles, 21 de febrero de 2018

LA FACULTAD DE PERCIBIR

El hombre es un ser extraordinario. Sus facultades, cualidades y poderes son inmensos y puede alcanzar cotas de conocimiento que sobrepasan ampliamente la normalidad de lo cotidiano.

Sin embargo, con frecuencia ocurre que no cree o no quiere enterarse de sus propias posibilidades, de las cualidades que puede desarrollar. De hacerlo, éstas le conducirían a un estado de claridad y visión, a una situación de mayor autoconsciencia.

Sea por ignorancia, por miedo o comodidad, la mayoría no acepta la responsabilidad de su propio crecimiento. Eso hace que toda la serie de facultades que existen en estado latente y que debieran ser algo ordinario en el ser humano, se conviertan, por un concepto restringido de las propias posibilidades, en facultades clasificadas como extraordinarias, mágicas o paranormales.

Todo el saber oculto está en la naturaleza del ser humano. Todas las personas, en mayor o menor grado, en una dirección u otra, poseen alguna clase de perspectiva de su yo interior.

Escritores, poetas, artistas plásticos, hombres de ciencia, creadores de cualquier campo que van más allá de lo ordinario, que profundizan en una dirección y abren camino a los demás; también los que descubren una nueva faceta en lo ya conocido, una ordenación singular, o establecen una estructura sólida y clara para algún tipo de conocimiento disperso o mal comprendido. Todos ellos desarrollan alguna clase de perspectiva natural y, por lo general, no controlada que les capacita, aun sin saberlo, para llevar a cabo estos trabajos a los que dirigen su potencial creativo.

El equipo sensorial del hombre común se prolonga, se expande y capta realidades difíciles de clasificar según un recorrido cronológico. La secuencia, el tiempo y el lugar, el hecho y su significación aparecen como una unidad en la que este hombre puede penetrar antes, después, o durante alguna de sus fases de devenir.

Ciertos individuos poseen una percepción muy agudizada, tienen facilidad para recibir impresiones visuales, auditivas o de algún otro orden. Captan intuitivamente, tienen sueños premonitorios y fácilmente son afectados por sensaciones que pasan desapercibidas a los demás. Son plásticos, maleables, sensibles a lo sutil.

Algunos son conscientes de esta facultad suya, que la mayor parte de las veces está por encima de su voluntad. Perciben al margen de su deseo, no cuando ni como quieren. Esa habilidad escapa a su control consciente, a su control ordinario.

Hay quien tiene esas habilidades en latencia y, si alguna vez se han manifestado, no ha sabido o no ha querido reconocer esa misma habilidad. También existen individuos que, aparentemente, por su desinterés o baja autoestima hacia sus propias facultades, parece que no puedan poseer la mas mínima capacidad analítica del entorno. Sin embargo, cada persona tiene su propio camino de acercamiento y su manera particular de establecer contacto con lo sutil, mas allá de lo puramente formal y de lógica aparente.

No sólo todos podrían sino que, en cierta medida y desde su ángulo particular, deberían intentar sacar el máximo rendimiento de sus posibilidades en cualquier orden, dirección y campo de expresión. Se trata del grano de arena que cada uno aporta a la comunidad artística y al progreso en general.

Es, por lo tanto, correcto que ciertas personas enfoquen su caudal creativo (en última instancia todo es un acto de creación) hacía esa zona mágica que se conoce por el nombre de mundos sutiles, ocultos, invisibles o espirituales. También lo es que intenten lograr el máximo control sobre esta actividad, que en un principio se reduce a desarrollar y adiestrar los sentidos perceptivos del ser humano más de lo habitual, o a ampliar el umbral particular de cada individuo.

Proyectarse en los mundos invisibles implica una toma de contacto y, en cierta manera, una manipulación de las leyes de la Naturaleza. Esta manipulación se haga de forma consciente o inconsciente, recibe el nombre de Magia.

Hasta el próximo mes amig@s.

Magi-cordialmente,

F. Amílcar Riega i Bello.