lunes, 21 de mayo de 2018

LOS BRUJOS VOLANTES CAPITULO II


NUEVA YORK


MIÉRCOLES, 17 DE MAYO


En una forma de nuevo diario, empiezo a hacer la crónica de los eventos del otro día, aunque estoy en lo cierto si lo que hago es irrelevante. Incluso ahora, no estoy del todo seguro cuando el martes acabó y empezó el miércoles. Recuerdo vagamente y Francis White lo confirma, que tuvimos un almuerzo en el avión a las 7 de la mañana del miércoles, a 25000 pies por encima del Océano Atlántico. Tengo la misma certeza, que nosotros almorzamos en el Aeropuerto Internacional de Nueva York también a las 7:30 del mismo día. Esa es la confusión resultante de viajar a 300 millas por hora, probando de volar alejándonos del sol.

En algún momento de la noche (o temprano por la mañana), sin embargo, dimos un show espontáneo a los otros pasajeros. Imagina sencillamente un avión de 60 asientos para 10 personas, 6 magos y 4 espectadores. ¿Fue sencillamente una temporada floja o fueron ellos los únicos cuatro que se arriesgaron a viajar con "Los Brujos Volantes"? En todos los eventos, nuestro público iba poco a poco incrementándose, uno a uno (sino del todo) de los siete que formábamos la fiesta. Alguien había murmurado, "¿quién está conduciendo el avión?".

A parte del ruido de los motores, o quizás de lo extraño de la experiencia, ninguno de nosotros durmió mucho durante la noche, excepto Johnny Ramsay quién durmió la mayoría del tiempo. Tom Harris y John, ocuparon las habitaciones adyacentes en el Hotel Sherman, y Tom me aseguró que Johnny no había dormido otra vez hasta la jornada posterior. El resto de nosotros, había fumado y hablado, bebido frecuentes tazas de café e incluso habiamos jugado a las cartas para pasar el tiempo. Al romper el alba, cuando estábamos prácticamente en la oscuridad, por decirlo así, el amanecer duró varias horas. Fue en este momento que sabíamos que el capitán había decidido que era innecesario aterrizar en Gander, en New Foundland y que volaríamos directos a Nueva York. Nuestra gran carga de combustible y las condiciones de tiempo excelente hicieron esto posible. De ahora en adelante, todos estábamos constantemente mirando a través de las ventanas para ver algún signo de vida debajo de nosotros, pero por un largo tiempo, todo lo que pudimos ver fue un color azul profundo producto del reflejo del cielo que teníamos encima, hasta que alguien en el lado opuesto del avión dio un grito y tuvimos la primera visión de tierra americana. Teníamos que estar a alguna distancia de Nueva York todavía, por lo que esperamos un poco antes de que nos recogieran chicle, el asistente de vuelo y nuestras orejas pararan de estar bloqueadas, indicando que estábamos perdiendo altitud. Estábamos sobre el pantano sobrevolando muy bajo la superficie y cuando las alas del avión nos hicieron ver más adelante, pareció como pensábamos que deberíamos estar bajando hacía el mar. De repente, sin embargo, vimos como debajo de nosotros hacíamos un perfecto aterrizaje en Idlewild, el gran Aeropuerto Internacional de Nueva York.

¡Habíamos llegado!

El aeropuerto internacional está alrededor de unas 20 millas del centro de Nueva York. Aparte de esto, y del hecho de que solo eran las 7 de la mañana (cinco horas menos que la hora de Greenwich), había un grupo famoso de personalidades mágicas norteamericanas esperando para recibirnos en el aeropuerto. Harry Blackstone, Cardini y Bruce Elliot estaban allí. También había reporteros de prensa, fotógrafos y el representante en Nueva York de Aerolíneas SABENA. Cómo de felices estábamos también de ver a Paula Baird, que se había reunido con nosotros después de viajar (en el Queen Mary).

 El primer obstáculo que tuvimos que sortear fue conseguir pasar las aduanas. Ninguna de las influencias de "SABENA" pudo evitar esta inspección. yo casi diría "interrogatorio". Max Andrews tuvo grandes dificultades. Después de todo, Max era un serio hombre de negocios y alguna de sus "muestras" dieron lugar a unas cuantas explicaciones. Pero los oficiales de aduanas fueron realmente muy amables y, eventualmente, después de que Tom Harris creara la diversión necesaria haciendo su acto en medio del salón de aduanas, dejaron pasar nuestro equipaje y maletas antes de que algo grave sucediera.

En esta ocasión yo me sentí seguro hasta que preguntaron por el otro nombre de Goodliffe. El mismo Goodliffe se apartó del oficial que hacía el recuento de maletas cuando la siguiente conversación tuvo lugar: 

Oficial de aduanas: ¿A quién pertenece esta bolsa?
Max Andrews: Goodliffe.
Oficial de aduanas: Goodliffe, ¿quién?
Max: Sencillamente "Goodliffe".
Oficial de aduanas: "Aquí esto no sirve. ¿Cuál es su otro nombre?"
El coro de Brujos Volantes: ¡No lo sabemos!. Tendrá que preguntárselo a él.  ¡Hola "Goodliffe"!.

Goodliffe se apresuró a través del salón donde estaba el oficial para hacerle una consulta. Mantuvimos nuestro aliento y nuestras orejas atentas, pero no hubo manera. El oficial de aduanas escribió algo a su manera y Goodliffe continuó caminando hacia adelante con una sonrisa en su cara, dejándonos con nuestra curiosidad otra vez insatisfecha.

Nos hicimos más fotografías en el campo de vuelo cuando una de las azafatas permitió a Goodliffe tener esta suerte y entonces fuimos a una habitación privada del bar de desayunos, durante el cual tuvimos la oportunidad de hablar con nuestros invitados y también de ser entrevistados por los representantes de la prensa. De acuerdo con nuestro calendario, yo había entendido que estaríamos descansando cinco días en Nueva York antes de ir a Chicago para iniciar la gira. Estábamos ahora, sin embargo, siendo presentados por un programa de eventos todo arreglado para nosotros por SABENA.

¡Dios mío! ¿Había yo dicho cinco días descansando?

Dos apariciones en televisión, dos ensayos para lo mismo, dos cenas con fiesta, una entrevista en la radio para el pobre Goodliffe a las siete de la mañana y un show de teatro el domingo. Pudimos ver a todos los demonios en unos pocos días de paz y tranquilidad que se desvanecían en el aire, e incluso entonces no sabíamos la mitad de todo. Un grupo de coches estaban disponibles otra vez para llevarnos durante 20 millas a la ciudad de Nueva York y pronto tuvimos la primera vista de los rascacielos, tan familiares para nosotros por las películas y cuadros. Nuestro hotel, el "Abbey", calle 51 con la 7ª Avenida, era realmente tranquilo y confortable, y nosotros muy agradecidos nos fuimos al santuario de nuestras respectivas habitaciones.

Sintiéndonos frescos y en perfectas condiciones de explorar, yo tuve mi primera cita en la sala del hotel con el Dr. Craige Earl, o, como él es más familiarmente conocido, Profesor Quiz, porque fue el quién instauró el primero de los programas "Quiz" los cuales crecieron enormemente en popularidad y eventualmente en todo el país. Cuando estuvimos en la ciudad, el doctor casi siempre se encontraba en el mismo punto del Hotel Abbey, y era desde su oficina central que él manejaba sus negocios con respecto a sus programas. Ahora la mayoría de su tiempo lo gastaba en su granja de Pennsylvania. Una vez el doctor se hizo cargo de nosotros, actuando como guía y mostrándonos las conexiones con esas pequeñas cosas, en realidad ignorancia de la cual es en gran parte responsable el sentimiento extraño de estar en otro país del que no se es. 

Todos estábamos encantados por esta iniciativa y yo personalmente estaba muy agradecido cuando fuimos capaces de encontrar un poco (muy poquito) de hospitalidad cuando Francis White nos invitó a juntarnos para comer una tarde. El bueno de Francis, siempre daba el toque adecuado, pero ¿dónde consiguió el ese dinero?

El día en cuestión en que se dio la cena en el Hotel Abbey por el Gremio de Magos de América, una sociedad en que los miembros eran principalmente profesionales y que contaba con magos de alta reputación, pero que no tenían referencias de nosotros.

Harry Blackstone estaba en el trono y el número total de personas sentadas en la fiesta serían unos 35 o 40, incluyendo Dai Vernon y Frank García, quien ahora llevaba la tienda de magia de Max Holden. Hacia el final de esta cena, yo estaba avergonzado de decir que gradualmente tenía un gran dolor de cabeza, sin duda por la jornada que habíamos pasado, una larga noche (cinco horas más largas de lo normal) en el avión sin dormir mucho y el nerviosismo de llegar a Nueva York. Francis White y Tom Harris me sacaron de la habitación sin que se hiciera ningún comentario y me fui directo a la cama. Y con la ayuda de un par de aspirinas dormí lo suficiente.


JUEVES, 18 DE MAYO

Al día siguiente, me sentía como un hombre nuevo y fui a tomarme un café a un bloque más allá de donde estaba el hotel donde el desayuno se podía conseguir por un precio razonable. Yo busqué en varias direcciones y descubrí el lugar que me cautivó con las palabras "huevos con jamón". Entré y varios otros estaban sentados del mostrador. Tom Harris, estaba hablando sobre el acto que había hecho. No tenía nada que ver con nuestra última visita a este bar.

Hoy teníamos que hacer nuestra primera aparición en televisión. A las 12 del mediodía, el calendario decía que teníamos que presentarnos a nosotros mismos. WJZ Televisión del broadcasting americano y compañía, para el programa que íbamos a hacer y estaríamos en el aire a las 12'30 horas. Esto quería decir que teníamos media hora para discutir y ensayar, lo cual era típico de la manera que hacían las cosas en Estados Unidos. El ensayo, en sí mismo, consistía en hacernos dos preguntas por parte del productor: ¿qué vas a hacer? ¿cuánto tiempo necesitas? Redúcelo a cuatro minutos y tú estás dentro. Afortunadamente, para nosotros, teníamos todos mas o menos experiencia en televisión. También, Dr. Quiz, como buen chico que era, venía con nosotros y fuimos capaces de dar un paseo rápido por la sala anexa al estudio con el doctor actuando como productor. Esto significaba que todos estábamos reorganizando nuestro material y estábamos sencillamente listos para cuando fuéramos llamados.

Como el título del programa sugiere, consiste mayormente en publicitar varias cosas buenas para la gente, con productos de entretenimiento intercalados. La particular comodidad con la cual fuimos asociados era un popular producto que contenía amoniaco y que la mayoría de las esposas hacían servir en América y el anunciante pidió a Francis White para que le ayudara a ponerlo en nuestro show.

"Ahora, señor White", dijo el anunciante. "Déjeme mostrarle nuestra magia particular". Y poniendo la botella enfrente de Francis, continuó hablando de las virtudes de este producto que contenía amoniaco. Yo pensé que en este momento Francis estaba un poco angustiado, pero no podía ver porque razón le estaban cayendo las lágrimas. El espectáculo que nosotros habíamos dado no había estado del todo mal. Aparentemente, sin embargo, respondiendo al anunciante, él había inspirado profundamente y con esto, un pulmón lleno de gases de una botella que no estaba tapada, con los consecuentes resultados.

Esa tarde, nosotros fuimos capaces de ver por primera vez y poder observar Nueva York de noche, las luces de Broadway. Y sencillamente fue fantástico. No hay palabras para describir la cantidad de iluminación cuando el ojo tiene un fondo oscuro y esto hace que un visitante de Inglaterra se pare y se quede sin aliento. Sin embargo, es sorprendente como de rápido uno consigue usar esto para otras muchas ideas que te vienen a la mente.


VIERNES, 19 DE MAYO

Como pronto leerás, este fue un día realmente ajetreado. Goodliffe tenía una cita a las 7 de la mañana con John B. Gambling para una entrevista en la Radio W.O.R. de la Mutual Broadcasting Company y como yo me había despertado por el tráfico, decidí ir con ellos y escuchar. Me encontré con que Francis había tenido la misma idea, de manera que fuimos los tres presentados en Radio Station W.O.R.

El programa de John Gambling era un programa que se emitía pronto por la mañana en el cual se escuchaban cuatro piezas musicales interpretadas por una orquesta, con el mismo John anunciando nuevos productos, partes metereológicos. Se hacía publicidad y cualquier otra exquisitez que salía al mercado. Nosotros fuimos algunas de las exquisiteces y aunque yo solo había ido a escuchar, fui introducido en la entrevista. Para nosotros, lo extraño de la cuestión de las entrevistas de radio en América es que eran conducidas, casi enteramente, sin guión. Y con una atmósfera muy fresca y casual, relatando cosas en función de la habilidad del entrevistador para que la conversación fluyese. Naturalmente, con gente experimentada en hacer radio como Goodliffe y Francis White, la tarea de John Gambling fue fácil, pero yo estaba temeroso de que John tuviera más oportunidad de mostrar su habilidad conmigo mismo, cuando realmente esta era mi primera vez  en la radio. Este método de llevar a cabo un programa de radio de entrevistas, sin embargo, parecía producir en resultado mas natural y similar a los programas británicos, donde todo se lee de un guión preparado.

Ya de regreso del estudio, nos fuimos a almorzar donde habíamos estado el día anterior y, entonces de repente, aprendí la verdad acerca de las cortadoras de césped... Previamente yo había visto a Goodliffe y Tom Harris hablando juntos en voz baja en diferentes momentos, como si conspirasen y, ocasionalmente, tuve que mencionar lo de la cortadora de césped, seguido de una gran carcajada. Esto se volvió en una broma privada, pero ahora Goodliffe dijo: "¡Geoffrey, vamos a ir a buscar la cortadora de césped!".

Parecía que Tom Harris, ansioso de ayudar a incrementar nuestros ingresos, había pedido a un número de casas comerciales las cuales hacían negocios, si estaban interesados en permitirnos anunciar sus productos durante uno de nuestros shows en televisión. La única firma comercial con suficientes ventas en el mercado americano para hacer esto posible fue una popular empresa de cortadoras de césped. La brillante idea fue ahora recoger una muestra del comercio de un agente en Nueva York y llevarla a través de la ciudad hasta la tienda de magia de Max Holden, donde Frank García con su siempre manera de colaborar, estuvo de acuerdo para trucar la caja de hierba de manera que pareciera que estuviera vacía, una larga lluvia de flores de muelle podía ser sacada de allí.

Bien, nosotros teníamos que bajar la máquina de la oficina del agente en el piso 12, fuera en la calle y dentro de un taxi, y después de las advertencias del conductor, entre las cuales yo detecté algo así como: "¡Saquen esa cortadora de cesped de Broadway!"y deposítenla con Frank García. Desde ahí subimos el resto de nuestro grupo y nos dirigimos al ensayo de televisión, un show conocido como "HAZLO FÁCIL" donde teníamos que ir a apalear al productor yendo detrás de él, arriba y abajo, enfrente de la cámara, con una charla determinada, muy erudita, llevada a cabo por la oficina del agente. Que pena que el programa no hubiera podido ser menos apropiado para introducir en el mercado una cortadora de césped y hacerlo más fácil, consiguiendo que nuestros corazones nos fallara cuando íbamos a aporrear al productor.

¿Qué ocurrió con la cortadora de césped? Bien, todo lo que yo sé, es que Frank García todavía la tiene. Nosotros no teníamos tiempo para devolvérsela al agente.

Quizás, Frank García, estaba probando de vendérsela a cualquier mago como un asombroso nuevo juego, apropiado para todo tipo de entretenimiento mágico.

Quizás la veamos en el nuevo catálogo de Max Holden.

Hubo un pequeño incidente con la cortadora de césped, aunque eso ocurrió después de nuestra intervención en televisión. me referiré a esto más tarde.

El ensayo para el programa de televisión "HAZLO FÁCIL", fue más o menos a lo que estábamos acostumbrados en Inglaterra. Hubo una charla general con el productor para escuchar cada una de nuestras ideas. A continuación, nosotros actuamos con nuestro propio accesorio para mostrarle que proponíamos, y, finalmente, una carrera completa enfrente de las cámaras. "HAZLO FÁCIL" es un programa que se emite regularmente desde la W.N.B.T. de la National Broadcasting Company de América, y siempre, entiendo, con las mismas características, un chico y una chica, que son elegidos al azar, sin duda, como mucho por sus cualidades fotogénicas y por sus habilidades musicales. El chico toca un gran piano y la chica está de pie al lado de él mientras ambos cantan. Entre las canciones hay un pequeño diálogo, pero en esta ocasión la idea del productor era que uno de nosotros caminara por delante de la cámara, después de cada canción, quedándose entre el chico y la chica, haciendo nuestro efecto de magia, mientras la música paraba de sonar y, finalmente, caminábamos en la dirección opuesta.

Ellos se esforzaron eligiendo títulos de canciones que encajaran con nuestros juegos y recuerdo a Paula Baird hizo la desaparición de los nudos de un pañuelo al compás de "Bewitched, bothered and bewildered" y, Tom Harris, su conejo con un pañuelo, acompañado por "Run Rabbit Run". He olvidado que otras canciones había, pero creo que la mía tenía algo que ver con diamantes, porque yo estuve haciendo la secuencia de los dedales bailarines incrustados con brillantes. La producción completa, sin embargo, estuvo muy bien, fue algo sentimental, entremezclado de música y magia.

No hubo lugar para la cortadora de césped.

Como la emisión de este particular programa siempre se emitía a las 18'30 horas, era el favorito de los niños y, además, el productor no tuvo dudas para apostar por la seguridad, pensando que el juego en que Goodliffe se cortaba la pierna debía ser omitido, especialmente porque se utilizaba a una chica como víctima. Se tenía que comprender que los niños recordaran al chico y a la chica como un héroe y una heroína, y nunca se debía desprestigiar a las estrellas favoritas de la televisión. Más tarde yo escuché que los chicos de Nueva York pensaron que habría estado bien ver a una chica con su pierna cortada.

El programa tuvo mucho éxito, aunque yo tuve que hacer mi rutina de dedales bailarines (lo cual es normalmente "siempre tan gracioso") encima del piano, en una actitud que parecía indicar que mis brazos estaban paralizados de los codos hacia arriba. Aquí tuve que rendir tributo y ser eficiente con el director del programa y los técnicos, quienes sin notas o guión de cualquier tipo, se agarraron a la orden de que todo debía fluir, mientras cada uno de nosotros, teniendo demasiadas cosas en que fijarnos para nuestra propia entrada, maravillados de tal manera que un corto periodo de tiempo de espera, podía devenir en un aparente caos.

En los camerinos del estudio estábamos muy ocupados empaquetando nuestras cosas, sintiéndonos razonablemente agradecidos con nosotros mismos y ansiosos de volver al hotel. donde oímos una llamada de teléfono en el pasillo del lado exterior, donde alguien había abierto la puerta de nuestra habitación diciendo que había una llamada para Goodliffe. Nuestros espíritus se elevaron más lejos. ¿Quién podía llamarnos tan pronto después del programa? Debería de ser un agente, ansioso por contratarnos para otra actuación, que nos había visto en televisión. Pero en realidad, nuestros pensamientos fueron en dirección equivocada, ya que quién había llamado era un agente de la empresa de cortadoras de césped, indignado y preguntando porque no habíamos hecho el juego publicitando su  máquina.


SÁBADO, 20 DE MAYO

El sábado era día libre y en lugar de entretener, buscamos un espectáculo en Nueva York y fuimos entretenidos. Hicimos muchas cosas para pasar el tiempo y fuimos a tres espectáculos. Como incentivo del momento, decidimos que iríamos por la mañana a visitar "Radio City" Music Hall, con su tremendo auditorio, el más grande que yo he visto en mi vida. Después de comer, fuimos a un cine a ver "El Tercer Hombre". Llegamos a la conclusión de que era una manera prolongada de ver una pintura británica. Entonces, más tarde, realmente nos fuimos a celebrar el colofón y reservamos una mesa en el Night Club "Latin Quarter", donde la mayor de nuestras sorpresas, fue nuestro cómico británico Tommy Trinder y que fue el plato fuerte del espectáculo. Fue un gran placer para nosotros cuando él se reunió en nuestra mesa después de la actuación. Antes de que hubiéramos cenado en un restaurante que estaba cerca (no pudimos conseguirlo en el "Latin Quarter") y en mis notas escritas en clave, encuentro un comentario que pone: "Roast Beef 18 X 9 X 1". Esto fue, presumiblemente, un intento de referirme a las dimensiones de un trozo de carne que uno o dos miembros de la fiesta pidieron para cenar y con el que tuvieron suficiente, yo me quedé reflexionando y asombrado por si mi lápiz se había roto o mis ojos me estaban engañando. Fueron ciertamente tremendas piezas de carne y se superpusieron en el plato por ambos extremos. Yo quería decir a esos que pidieron la carne que estaba muy buena, pero, aunque ellos disfrutaron enormemente de ellas más o menos durante media hora y que parecía que no les impresionaba, ya que el camarero se llevó los platos sin poder haber acabado, de una manera más o menos parecida que en la misma condición que se habían servido.

Fumar no esta permitido en los teatros y cines de Estados Unidos, lo cual parece extraño considerando que es el lugar donde la mayoría de nuestro tabaco está creciendo. Esta restricción no me preocupaba, pero alguno de nuestra fiesta se fue a fumar fuera en lugar de disfrutar del show. Goodliffe nunca se olvidaba, para visitar un teatro o cine, tener una bolsa de caramelos con él para entretenerse.

La norma contra el tabaco en un lugar de entretenimiento tampoco le preocupó mucho a Johnny Ramsay, si el hubiera ido a uno de esos lugares, los cuales, tan lejos como yo conozco, nunca lo hizo porque él estaba completamente por cuestiones de salud dejando de fumar. Incluso a John nunca se le había visto sin un cigarrillo encendido en su boca, pero, si mirabas de cerca, podías observarle que no fumaba de ningún cigarrillo, aunque pareciera que el cigarrillo que aparentemente tenía en la boca le caía ceniza de el. Eran cigarrillos trucados y él tenía un buen stock de ellos, por esto él siempre caminaba durante todo el tiempo con uno en su boca, especialmente en lugares donde fumar estaba prohibido, hasta que alguien le llamó la atención y él colocó ese cigarrillo falso dentro de su bolsillo. Su broma favorita era poner sobre un mantel blanco en un restaurante uno de esos cigarrillos y dejarlo ahí hasta que el camarero horrorizado lo cogiese y lo pusiera en un cenicero, sin duda tenemos que felicitarle por haber estado tan rápido y prevenir que el mantel se hubiera quemado.


21 DE MAYO, DOMINGO

Este fue nuestro último día completo en Nueva York y, por la mañana y después de comer, fuimos libres de hacer lo que quisiéramos. Después del desayuno, Tom Harris y yo enviamos por correo unas cuantas fotografías a Inglaterra de parte de Goodliffe, de manera que pudieran llegar a tiempo para ser publicadas en el próximo ejemplar de su revista "ABRACADABRA". La oficina de correos central es la única que abre en domingo y, estaba relativamente lejos, de manera que decidimos tomar el metro de Nueva York. Goodliffe habría tomado un taxi, pero yo creo que nosotros teníamos que ahorrarle la diferencia entre el metro y el taxi por sus tarifas. No pensábamos en cargar este gasto a la revista "ABRACADABRA", pero alguien nos persuadió de esto.

El metro de Nueva York fue tan confuso para nosotros como, sin duda, el sistema del metro de Londres es para un neoyorkino que lo ve por primera vez. La primera cosa que hicimos fue ir a un pequeño lugar que parecía como una taquilla y pedir por un billete. Pronto nos dimos cuenta de que los americanos no tienen billetes para el metro. Tu puedes ir tan lejos como gustes por 10 centavos, los cuales pones dentro de una máquina y pasas un torno que te deja acceder a la plataforma. El lugar donde nosotros habíamos ido era una taquilla que estaba sencillamente para dispensar cambio si no tenías una moneda de 10 centavos.

Después de comer, Max Andrews repentinamente volvió al hotel diciendo que había encontrado un autobús a motor el cual nos podían alquilar para dar una vuelta por el centro de la ciudad hasta el final de Manhattan, de manera que consiguió asientos para todos nosotros. Esto parecía ser una manera espléndida de pasar la tarde divirtiéndonos en un autobús. Teníamos que empezar a ver Nueva York y conocer cual era el centro de la ciudad y la sección de la zona alta. Personalmente, cuando se está visitando un lugar por primera vez, particularmente otro país, nunca me siento cómodo hasta que tengo un mapa muy claro en mi mente y me puedo orientar a mi alrededor, de manera que una de las primeras cosas que yo hice fue comprar un mapa. Incluso antes de esto, sin embargo, el profesor Quiz, en nuestro primer encuentro, casi percibiendo mis preocupaciones, me había explicado las directrices a seguir en la ciudad de Nueva York de una manera concisa tal que:

La ciudad cercana a Manhattan, una isla aproximadamente de 15 millas de largo por 4 millas de ancho, midiéndola de norte a sur, con el río Hudson en el lado oeste y el Est River en el lado este. La parte superior de la ciudad es el norte y el centro de la ciudad el sur. Las avenidas van a lo largo de la isla, de norte a sur y las calles numeradas la atraviesan, o lo que es lo mismo, este y oeste, con la parte más baja de la numeración al fondo del sur. La única excepción a esta regla es Broadway en sí mismo, el cual atraviesa diagonalmente la mitad de la ciudad y donde se junta con una de las avenidas, es una plaza. Por el momento, la famosa Times Square es la intersección de Broadway y la Séptima Avenida. Cualquier lugar en la ciudad puede ser fácilmente divisado desde esta intersección, como es el caso de nuestro hotel, el cual estaba en la Calle 51 con la Séptima Avenida.

La ruta en autobús fue muy interesante, porque el centro de la ciudad acoge los  negocios y las secciones financieras, incluyendo la famosa Wall Street y también The Bowery y Chinatown. Teníamos un buen conductor,  el cual nos señalaba los lugares de interés por un sistema de  altavoces en el autobús. Fue muy amable y de una personalidad muy jocosa, bien vestido para el trabajo de organizar fiestas de visitantes en una ruta turística, e intercambiando sus comentarios con unos pocos pero elegidos sabios consejos en forma de bromas. Yo me podría haber alegrado de esto, pero me pareció que había oído alguna de esas bromas antes; de hecho, yo tenía la plena certeza de que uno o dos de ellos los habían hecho algunos magos durante muchos años. Pero bueno, todos disfrutaron y rieron en el momento apropiado. No fue muy largo antes de que nuestro guía bromista se diera cuenta de que tenía una fiesta de magos británicos a bordo, y cuando estábamos juntos en una de las esquinas en The Bowery, preguntó si alguno de nosotros quería mostrar al resto de los pasajeros algunos juegos durante la ruta de regreso. De común acuerdo todos miramos a Tom Harris, quien estaba siempre listo y obligado en cualquier ocasión y, por lo tanto, enriqueciendo los conocimientos del guía, fuimos presentados y Tom consiguió un pequeño show. Estaba temeroso de que su estilo fuera del tipo que sacudiera o golpeara a alguien del autobús, pero nadie se preocupó, al menos Tom Harris. ¡Vaya grupo!.

El viaje en autobús se hizo un poco largo de manera que éramos incapaces de quedarnos dentro de él durante todo el tiempo, pero bajamos en el punto más cercano a nuestro hotel para refrescarnos antes de nuestra cita por la noche. Éramos los invitados de algún prominente miembro de la I.B.M. de Nueva York y de la S.A.M. Nos reunimos para una recepción y cena, en la cual nuestro principal maestro de ceremonias fue Ralph Read, el editor del curso de magia del Doctor Tarbell. Después de la cena fuimos al teatro Mark Hellinger, también como invitados, en un show en el cual todos eran magos realmente cualificados, ayudando a la Fundación del Corazón de Nueva York, y se llamó La Batalla de Los Magos.

Este show no tenía conexión con nuestra gira y visita a América, pero fue sencillamente una coincidencia, siendo patrocinado por Bruce Elliot y la revista de magia Phoneix. Fue, sin embargo, sentida por los organizadores como una buena idea si uno de nuestros números aparecía como la sorpresa de Inglaterra. Paula Baird fue elegida para este honor y fue como hacer que uno de los más agradables miembros del grupo, contrastara con el resto del programa. Consecuentemente, fue necesario para ella estar en el teatro más pronto que el resto de nosotros para ensayar con la orquesta. Ella, dejó la cena a la mitad y Goodliffe, en su posición de manager, se fue con ella.

Cuando se fueron y atravesaron la puerta, gritamos: ¡Mucha suerte, Paula!. Goodliffe se giró e hizo una de esas puntualizaciones las cuales había hecho tanto como para hacerle popular entre los magos de Estados Unidos.

"Bien, chicos", dijo.

"Si no tenéis suficiente para comer, sencillamente enviadme vuestras sobras y yo las distribuiré como siempre".

"Demasiado para comer". Si nos hubiéramos comido la mitad de lo que fue puesto en frente de nosotros, esta noche no hubiéramos ido al teatro.

El teatro de Broadway Mark Hellinger, es uno de los teatros más bonitos dentro de un edificio de moda, con un auditorio seleccionado y una buena estancia. No había duda que el resto de las personas acomodadas estaban igualmente bien vestidas. Se reservaron buenos asientos para la fiesta británica y en el momento en que el show estaba a punto de comenzar, estábamos cómodamente sentados. La actuación se retrasó 25 minutos, sin embargo, empezamos a pensar que algo malo había pasado con los preparativos. Después pude comprobar que es una cosa muy popular en Nueva York hacer esperar al público durante media hora por la noche, y, si entras en el teatro antes de tiempo, como todos lo hacíamos en Inglaterra, encontrabas el lugar medio vacío, y asombrado de porque las entradas eran difíciles de conseguir. Quince minutos más tarde, empezó a entrar una oleada de gente.

A parte de una anticipación agradable de el entretenimiento que estaba por venir, la preocupación de nuestro jefe era que Paula Baird estuviera bien cuando actuara, no solo por nuestra propia seguridad, sino porque ella fue nuestro primer indicador de como el estilo británico de entretenimiento mágico debería ser recibido por el público americano en directo.

No es el propósito de esta narración dar una descripción detallada de todos los participantes en este u otro programa de los que fuimos testigos durante nuestra estancia en América, pero hay un artista que debería ser mencionado dada la excelencia de su contribución. Cardini, quien había visto en varias ocasiones en Londres y quien es popular en ambos lados del Atlántico, dio en esta ocasión una de sus más pulidas exhibiciones de manipulación de lo que es posible imaginar. Ayudado por su esposa, esbelta y aniñada, vestida como un botones, fue el resorte perfecto para su marido en la caracterización del estilo de un hombre de ciudad, a quien todo tipo de sorpresas le ocurrían. La actuación de Cardini parecía de lo  más remarcable cuando nosotros escuchamos más tarde que tenía un gran dolor en un dedo lesionado que se había vuelto séptico. Realmente un triunfo de la mente sobre la materia.

El programa impreso había sido preparado alfabéticamente y no indicaba el orden de aparición de varios artistas, y, en cada momento el presentador salía entre las actuaciones pensando que Paula Baird era la próxima. El presentador fue Fred Keating, un popular artista de Nueva York y renombrado por su trabajo en este campo. Incidentalmente, el término presentador no se usa en América, pero en su lugar ellos dicen maestro de ceremonias.

Fred Keating tenía todo un estilo propio. Era un hombre grande y corría desde la escena a la sala de recepción con un montón de papeles en su mano y un pesado bastón colgado en uno de sus brazos. Daba la impresión de que era un exitoso hombre de negocios a punto de leer el discurso del presidente en un encuentro o reunión de directores de empresa. Nunca hizo magia con el bastón con el que caminaba. Era parte de su carácter que había construido alrededor de él mismo a través de los años de show como presentador y como resultado parecía perfectamente natural.

A lo largo de la segunda parte después del intérvalo, una muy buena posición en la lista, Fred Keating anunció a un visitante encantador que había venido a través de los mares, llamada la Reina de la Magia de Inglaterra, Paula Baird. Me sentí crecer más la tensión y agarré mis brazos al asiento un poco más fuerte. Los otros más tarde me dijeron que sintieron lo mismo cuando Paula hizo su entrada. Se miraron entre ellos y podía sentir la atmósfera de aprobación cuando ella se dirigió al público con su tranquila voz inglesa y fue demostrando su habilidad haciendo magia con pañuelos, cartas y bolas de billar. Cuando su acto llegaba a su conclusión, todos perdimos nuestra ansiedad y empezamos a relajarnos, porque supimos que ella tendría éxito más allá del aplauso, lo que nos dio una confirmación audible. Este fue el feliz augurio para la docena, más o menos, de actuaciones para público a la cual nosotros habíamos sido contratados para dar una fiesta en el distrito de Chicago durante las dos semanas siguientes.

En la aglomeración que sucedió al dejar el teatro después del show, nuestra fiesta se separó. En el salón Francis White se encontró con Geoffrey Kerr, popular actor británico y productor, que estaba actuando en uno de los teatros de Nueva York. Como muchas buenas personalidades de la escena, Geoffrey practica magia como recurso y es miembro del Magic Circle. Eso explica su presencia en la "Batalla de Magos" y varios de nosotros fuimos rápidamente invitados a su piso para pasar el resto de la tarde. La calma, atmósfera pacífica y la agradable compañía de Geoffrey Kerr y su encantadora esposa, fueron un contraste bienvenido al alboroto de Nueva York y nosotros nos quedamos hasta altas horas de la madrugado haciendo un poco de magia y gozando de su hospitalidad.

Un evento más del domingo, 21 de mayo, tiene que ser descrito, aunque estrictamente hablando no ocurrió hasta la madrugada del lunes por la mañana. Para el participante, sin embargo, era todavía  domingo. Tengo que decir que John Ramsay se había ganado una gran reputación, puesto que nunca dormía excepto en el avión y, a menos que él hiciera una siesta durante el día, esa reputación se la había ganado. El volvía de una fiesta a las 3 o 4 de la madrugada y tenía que estar en el desayuno a las 8'30, tan fresco como siempre. No obstante estuvo absorbido por su hobby, la magia, en todo su viaje como él recuerda todo lo demás, incluso durmiendo la mayor parte de su tiempo. Esta noche en particular, después de dejar el teatro de Mark Hellinger, aparentemente volvió a nuestro hotel donde, inevitablemente, fue capturado por una fiesta de magos americanos, todos viejos amigos de él y todos ellos habían venido a Nueva York para asistir a la actuación de la Batalla de Magos.

John Ramsay más tarde me dijo que a las 2 de la madrugada uno de los americanos, que se quedaba esa noche en el hotel, les invitó a continuar la fiesta en su habitación en la planta 19. A las 4'30 Johnny decidió que era el momento de acabar y se fue hacia su habitación, la cual estaba en la planta 8, de manera que él llamó al ascensor. Había tres ascensores en el Hotel Abbey y él había llamado uno a uno, pero aunque normalmente estaban operativos toda la noche, en esta ocasión no tuvo respuesta. Después de estar llamando durante un cuarto de hora, decidió probar de mirar para bajar por las escaleras.

Ahora, en un hotel que estaba en un rascacielos americano, las escaleras parecen ser una cosa necesaria, algo que no es realmente bonito, lo cual debe ser cuidadosamente camuflado u oculto a la vista. Como más tarde supe, yo era el único de nuestra fiesta que las encontré en el Hotel Abbey,  y, entonces solo por accidente, cuando un día el ascensor estaba estropeado bajé al tercer piso. En lugar de esperar otro ascensor, yo reclamé donde estaba la escalera; estaba en frente al final del pasillo, a través de la puerta donde parecía estar el cuarto ascensor, con puertas similares en cada una de las otras plantas. No me asombra que John Ramsay no pudiera encontrarlas a las 4'30 de la mañana; en su lugar, él deambuló hasta que, al final del largo pasillo, vio otra puerta con la palabra SALIDA. Esta, él pensó, debe ser la escalera.

Lo era. Una escalera de acero que estaba en lado exterior del muro del hotel y abierta al viento y al frío. En otras palabras, él había encontrado la escalera de incendios.

¡Pobre Johnny!

El sabía que estaba en la planta 19 y  tuvo que bajar hasta la octava. La única manera de encontrarla fue contar hacia atrás conforme bajaba y esperar que su aritmética mental fuera correcta. Llegó a su propia habitación a las 6'30 de la madrugada, justo con el tiempo de afeitarse, lavarse y refrescarse un poco para estar listo para el desayuno.

Hasta el próximo mes amig@s,

Atentamente,


F. Amílcar Riega i Bello.


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